“LOS NIÑOS EN LA PINTURA
DE MURILLO Y GOYA”
Estupendo el acto el del 28-11-18 en Legazpi, sobre Los niños en la pintura de Murillo y Goya presentado por Carmen Guerra Linadres
Día y hora
: 28 DE NOVIEMBRE A LAS 19 HORAS
Lugar: LOCAL UGT. Pza. de Legazpi, 1 – 1º B
Conferenciante: CARMEN GUERRA LINARES
En el marco de las actividades desarrolladas por la Sección
Sindical de UGT MADRID en Banco Santander, se celebrará el próximo día 28 de noviembre, en la sala de actos de
nuestra Sección Sindical en la pza. de Legazpi, 1 -1º B, una conferencia
sobre “LOS NIÑOS EN LA PINTURA DE
MURILLO Y GOYA”, impartida por CARMEN GUERRA LINARES, licenciada
en Historia del Arte, quien desarrolla su actividad en la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando.
En parte de la obra de Murillo y de Goya los niños son protagonistas.
En el caso de Murillo, aunque sea más conocido por las Inmaculadas, los niños
juegan un papel importante. Los niños de la calle, el de los pilluelos
harapientos y piojosos que se reparten un melón robado, juegan a los dados o
comparten almuerzo en aquella Sevilla que se hundía en la miseria, abrumada por
los impuestos y la pujante rivalidad de Cádiz, tras la peste del 49.
Murillo se especializó en escenas donde invariablemente son
protagonistas los niños y las niñas. La infancia de Murillo está compuesta por
pilluelos sevillanos de la calle, mal trajeados y sucios, pero sanos,
inocentes, satisfechos con su suerte como lo demuestra su abierta sonrisa, que
interrumpen sus juegos para que el espectador les dirija una mirada de
simpatía”
Goya es un atento observador del universo infantil, al que da un
gran protagonismo. En su pintura dota a cada niño de un protagonismo único y
singular. Ejemplo de ello serían los seis pequeños lienzos realizados por Goya
en la etapa que trabajaba con los cartones para tapices de la Real Fábrica de
Santa Bárbara de Madrid y que se conservan en el Museo de la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando. Donde el pintor retrató con maestría, soltura y
sin más adornos que aquellos rasgos cotidianos, inocentes y llenos de ternura
de los niños de la calle. Goya observa a los niños y los retrata con
naturalidad en una constante sensación de movimiento, no pasando desapercibida la forma tan peculiar
de Goya a la hora de tratar la luz, o los paisajes que siempre añade para dar
sensación de profundidad.